En mi última publicación hablamos sobre nuestra misión. Hacer discípulos de todas las naciones. Esta misión nos es dada directamente por nuestro Señor Jesús y es innegociable para los cristianos. Hay muchas cosas que deberían movernos a cumplir esta misión, pero uno de los elementos fundamentales para entender por qué debemos cumplir esta misión, es entender nuestro propósito.
Así como cada uno de nosotros tiene una misión primordial, y también tenemos un propósito primordial. No confundas tu propósito con tu misión. Tu propósito es por qué existes; tu misión es lo que debes hacer con la vida que tienes. Parece simple de entender, pero ambos, aún cuando guardan relación, son distintos. Más adelante lo explicaremos…
No confundas tu propósito con tu misión. Tu propósito es por qué existes; tu misión es lo que debes hacer con la vida que tienes.
Al mirar las Escrituras, quiero compartir un par de puntos importantes. Primero, cuando abordamos las Escrituras, debemos hacerlo con una mentalidad centrada en Dios. Dios nos entregó las Escrituras para explicarse a sí mismo a nosotros, así que debemos abordar nuestro estudio con un entendimiento de que la Biblia gira alrededor de Dios y no alrededor de nosotros. En segundo lugar, cuando aprendemos nuevas verdades en la Escritura, somos responsables de asegurarnos que estamos aprendiendo con la perspectiva de enseñarla a otros, eso es parte del proceso de hacer discípulos. Esto es lo que haremos en el siguiente material, estaré compartiendo, mucho de la exégesis que se me enseñó por el Dr. David Platt. Cuando se nos da nuevos entendimientos por el Espíritu Santo, debemos compartir estas verdades abiertamente con otros hermanos para ayudarles en su crecimiento.
Observación honesta de Dios
Ahora, echémosle un vistazo a nuestro propósito y como se describe en la Escritura. Entender nuestro propósito comienza con una observación honesta de Dios, tal y como se revela en la Biblia. Comencemos con Salmos 67. Leemos en Salmos 67 que Dios desea bendecir a su pueblo. La bendición de Dios está entretejida a lo largo de este salmo, al comenzar en el primer versículo vemos, que la bendición de Dios es: benévola, personal, y completa. Para poner el primer versículo en contexto, debemos ver Números 6:24-26. El sacerdote en el Antiguo Testamento hacía esta oración por el pueblo de Dios, diciendo: “El Señor te bendiga, y te guarde; haga resplandecer su rostro sobre ti.” El salmista toma esa oración y la cambia a primera persona, enfatizando que el Dios del universo escoge derramar su gracia en nosotros. Esta verdad es vista claramente en toda la Escritura.
Aun cuando las posesiones materiales son bendiciones de Dios, no son la forma más importante de bendición.
La imagen dominante en Números 6:24-26 y Salmos 67:1 es el rostro de Dios brillando sobre su pueblo. Para entender esto completamente en su contexto, necesitamos conocer que en tiempos bíblicos cuando un siervo presentaba una petición al rey, y el rey le sonreía al peticionario, era probable que se le concediera la solicitud. Esta era la forma en la que el rey se mostraba complacido con el suplicante. Es del mismo modo con Dios. La ilustración en Salmos 67 es una imagen de Dios complacido cuando mira al objeto de su bendición. Ten cuidado al leer este salmo, de no ser engañado al igualar una “bendición” con dinero o cosas buenas. Aun cuando las posesiones materiales son bendiciones de Dios, no son la forma más importante de bendición, y ciertamente no parece ser la motivación del salmista en este contexto. El salmista parece estar abrumado porque cuenta con favor a los ojos de un Dios misericordioso, que le mira con placer, no por riquezas materiales.
Así que, lo primero que vemos en Salmos 67 es la bendición de Dios, pero eso no es todo, note que el versículo 1 es la mitad de la oración, que continúa en el v.2. De hecho, hay una transición del v.1 al v.2 en el idioma original observamos la cláusula “Para que”, la cual nos indica el propósito de la bendición de Dios que hemos estudiado. Aquí es donde encontramos la pepita de oro. Mire el v.2: “Para que sea conocido en la tierra tu camino, en todas las naciones tu salvación”. Ese es Su propósito en bendecirnos, para que SU camino y SU salvación sea conocida entre todas las naciones. El salmista reitera esta verdad en el v.7: “Bendiganos Dios PARA QUE le teman los términos de la tierra”. Esta verdad, que la bendición de Dios le trae gloria, es clara a lo largo de toda la Escritura. Así como Su bendición es vista a lo largo de la Escritura, Su propósito en bendecirnos lo vemos consistentemente también.
Desde Génesis a Apocalipsis
Si hacemos un rápido sondeo de la Escritura de Génesis a Apocalipsis, este propósito se verá claramente.
Comencemos desde el principio cuando Dios inicialmente separa a Su pueblo. Veamos Génesis 12, cuando Dios llama a Abram a seguirle y confiarle. Es importante recordar que Dios está llamando a Abram no porque él lo merezca, sino porque Dios en su gracia le escogió para derramar SU bendición en Abram. Al mirar Génesis 12:2-3, ve si puedes encontrar el propósito de este llamado. Primero, vemos Su bendición, pero también vemos Su propósito en bendecir. Dios está bendiciendo a Abram para llevar su bendición a todos los pueblos. Dios es apasionado por su pueblo, ¡pero Su bendición mucho más! Su bendición resultará en que todo pueblo en la tierra vendrá a conocer cuán bueno es Dios.
Dios le dice lo mismo a Isaac, el hijo de Abraham, que él sería un canal de la bendición de Dios. Veamos: “Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas tierras; y todas las naciones de la tierra serán benditas en tu simiente” (Génesis 26:4 RVR60). La misma promesa y propósito podemos ver en la vida de Jacob, el hijo de Isaac (Génesis 28:14). ¡Dios está bendiciendo estos patriarcas para que todo la gente en la tierra conozca la bendición de Dios!
Más adelante en Éxodo, Dios libra a Su pueblo de la esclavitud en Egipto; sin embargo, Dios no solo los libra, los liberta en una forma especial. Dios les guía al Mar Rojo, lo que parece una mala decisión.
¿Por qué Dios lleva a Su pueblo a un lugar donde no tendrían escape de los Egipcios que iban a destruirles?
Veamos la respuesta en el libro de Éxodo: “Y yo endureceré el corazón de Faraón para que los siga; y seré glorificado en Faraón y en todo su ejército, y sabrán los egipcios que yo soy El Señor. Y Ellos hicieron así” (Éxodo 14:4 RVR60).
Dios llevó a Su pueblo al Mar Rojo con un propósito primordial: Abrir el mar en dos de forma milagrosa, llevar a su pueblo a atravesar el mar sobre tierra seca, y luego hacer las aguas caer sobre los Egipcios. ¿Para qué? Para que le sea dada gloria, y los Egipcios y todas las naciones sepan que Él es el Señor. Dios bendijo a su pueblo en una forma milagrosa para que Su salvación sea conocida entre las naciones.
Siguiendo la historia… leamos en el libro de Deuteronomio para entender porque Dios les dio a Su pueblo los Diez Mandamientos: “Mira, ahora te enseño decretos y ordenanzas tal como me lo encargó el Señor mi Dios, para que los obedezcas en la tierra donde estás a punto de entrar y que vas a poseer. Síguelos al pie de la letra y darás a conocer tu sabiduría y tu inteligencia a las naciones vecinas. Cuando esas naciones se enteren de todos estos decretos, exclamarán: “¡Qué sabio y prudente es el pueblo de esa gran nación!” Pues, ¿qué gran nación tiene un dios que esté tan cerca de ellos de la manera que el Señor nuestro Dios está cerca de nosotros cada vez que lo invocamos?” (Deuteronomio 4:5-7 RVR60). Dios le dio a Su pueblo Sus mandamientos para que al cumplirlos, ellos muestren la sabiduría de Dios a las naciones, y las naciones le den gloria a Dios.
Este tema continúa mientras el pueblo de Dios entra en la tierra prometida. Josué, el nuevo líder de Israel, está a punto de dirigir al pueblo de Dios a entrar en la primera y más importante ciudad de la tierra prometida, Jericó. Esta era una ciudad fuerte rodeada de grandes muros. Al final de Josué 5, le vemos solo, preguntándose acerca de la batalla que estaban a punto de tener. Josué tiene un encuentro con Dios. En ese momento, Dios le promete que ellos ganaran la batalla, y Dios le da a Josué el plan de batalla. Hay muchas formas como los Israelitas pudieron haber tomado la ciudad, pero Dios escogió darle a Josué una que fue completamente imprevista, veamos: “Pero el Señor le dijo a Josué: «Te he entregado Jericó, a su rey y a todos sus guerreros fuertes. Tú y tus hombres de guerra marcharán alrededor de la ciudad una vez al día durante seis días. Siete sacerdotes caminarán delante del arca; cada uno llevará un cuerno de carnero. El séptimo día, marcharán alrededor de la ciudad siete veces mientras los sacerdotes tocan los cuernos. Cuando oigas a los sacerdotes dar un toque prolongado con los cuernos de carnero, haz que todo el pueblo grite lo más fuerte que pueda. Entonces los muros de la ciudad se derrumbarán, y el pueblo irá directo a atacar la ciudad” (Josué 6:2-5 RVR60). Dios está disponiendo estos eventos para que solo Él obtenga el mérito por lo sucedido. Si seguimos leyendo Josué 6, veremos a los Israelitas proclamando con sus bocas, “Solo Dios pudo haber hecho esto.”
¡Dios bendice a Su pueblo en formas poco usuales para que Sus caminos y Su salvación sea conocida entre todos los pueblos!
Este es el método de operación de Dios: !Dios bendice a Su pueblo en formas poco usuales para que Sus caminos y Su salvación sea conocida entre todos los pueblos!
Hay muchos otros ejemplos de Dios ocasionando eventos en los que solo Él puede obtener mérito y gloria, pero culminaremos con un vistazo al libro de Ezequiel. Estos versículos son declaraciones tomadas directamente de la boca de Dios: “Por lo tanto, da este mensaje a los israelitas de parte del Señor Soberano: “Los llevaré de regreso a su tierra, pero no porque lo merezcan sino para proteger mi santo nombre, que deshonraron mientras estaban esparcidos entre las naciones. Mostraré cuán santo es mi gran nombre, el nombre que deshonraron entre las naciones. Cuando revele mi santidad por medio de ustedes ante los ojos de las naciones, dice el Señor Soberano, entonces ellas sabrán que yo soy el Señor” (Ezequiel 36:22-23 RVR60).
Dios directamente le dice a Su pueblo que Él le está mostrando gracia, misericordia y justicia por amor de Su santo nombre entre las naciones.
La verdad acerca del Salmo 67 se ve claramente a lo largo del Antiguo Testamento. Dios bendice a Su pueblo en formas, inmerecidas, inmensurables y asombrosas para que Sus caminos y Su salvación sea conocida entre todos los pueblos.
Traducido por Hebert Rincón