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La Biblia es Dios Hablando

En mi adolescencia siempre quería que Dios me hablara. Cuando estás desarrollándote y echando raíces en la fe, pues quieres escuchar a Dios, quieres que Él te guíe porque buscas sinceramente su rostro. Recuerdo que iba a todos los servicios de oración, participaba de todos los servicios donde, especialmente, había un predicador del extranjero. Esta gente siempre traía una palabra “fresca de Dios”. Lo que, para mí, suponía que ellos tenían la fuente directa para hablar con Dios y que yo, por supuesto, aún no tenía.

Era como constantemente vivir la canción que escuchaba de niño en la escuela dominical: “Yo tengo un teléfono para hablar con Dios”. Yo, sinceramente, quería ese teléfono. Quería oír su voz audiblemente, coqueteaba constantemente con la idea de que Dios me estaba hablando para luego descubrir que era mi propia voz hablando en mi mente. Traté todo, y cuando digo todo, me refiero a todo. Nunca olvidaré las veces que pasé al altar por el llamado del predicador para escuchar lo que Dios tenía que decirme. Pero luego de unos minutos y, muchas veces horas sin que el predicador me hable; me devolvía frustrado, creyendo que Dios no tenía nada que decirme. Me sentía triste, y desesperanzado; con envidia santa (si es que algo parecido exista) porque a muchos amigos Dios les traía una “palabra” espectacular. Sin embargo, a mí no me traía nada. Dios ni siquiera me llamaba a ese lugar al que a todos llaman las “naciones”, donde quiera que quede, a muchos llamaron pero ni siquiera allá fui llamado.

Lo intenté todo, pero lo que no traté, y me avergüenzo ahora, fue leer la Biblia. ¿Cómo pude obviar a la fuente infalible, inerrante, y viva por la que Dios habla a Su pueblo hoy? ¿Cómo pude obviar la única Palabra que en verdad es inspirada por Dios? (2 Timoteo 3:16-17)

El Último mensaje antes de morir

Él estaba en la cárcel otra vez. Ya había perdido la cuenta de las veces que lo habían arrestado por el mismo delito. A pesar de los maltratos y abusos, parecía no corregir o remediar su error. Sin embargo, esta vez, las autoridades van en serio; esta vez no saldrá caminando de la cárcel. El sabe que esta vez pagará con su vida lo que con acciones no pudo remediar.

Y, en su última oportunidad para comunicarse con personas, escribe una carta. No la envía a su madre, esposa, e hijos. Esta carta tiene como destinatario a ustedes: “que han recibido una fe como la nuestra, mediante la justicia de nuestro Dios y Salvador, Jesucristo” (2 Pedro 1:1, LBLA). El decide escribirle a un grupo de cristianos. Quien envía la carta se llama Pedro; y escribe desde una cárcel en Roma. Ya anciano, quizás setenta años, él sabe que Nerón no lo dejará con vida (2 Pedro 1:14).

Por eso, Pedro, en su última oportunidad, decide hablar a estos cristianos sobre la cardinal importancia de las Escrituras (2 Pedro 1:15). El sabe que ellos van a sufrir más persecución; él sabe que los falsos maestros nunca mueren, sólo se reciclan (2 Pedro 2:1); y él sabe que ellos van a volver a querer confundirlos. Por eso les dice lo siguiente:

Y así tenemos la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en prestar atención como a una lámpara que brilla en el lugar oscuro, hasta que el día despunte y el lucero de la mañana aparezca en vuestros corazones. – 2 Pedro 1:19 LBLA, énfasis añadido.

¿Qué es lo que Pedro está diciendo?

Pedro no está tratando de demostrar que los demás están errados, no está buscando ganar una discusión; al contrario, él está buscando que ellos entiendan que la Escrituras marca la diferencia entre la vida y la muerte, entre el cielo y el infierno. Y que este mensaje determinará el rumbo de la fe de ellos.

Vivimos en un mundo de verdades y mentiras; por eso, Pedro dice que: “la palabra profética más segura” es la Biblia (2 Pedro 1:19 LBLA).

Vivimos en un mundo de verdades y mentiras; por eso, Pedro dice que la Biblia es “la palabra profética más segura” (2 Pedro 1:19 LBLA). El termómetro entre la verdad de la revelación divina y las pulidas palabras de los charlatanes y falsos profetas, es la Biblia. Esta Palabra será como “una lámpara que brilla en el lugar oscuro” (2 Pedro 1:19) cuando vengan los falsos maestros y escritores con su popular filosofía basada en esperanza hueca, posesiones materiales y morbo secular (2 Pedro 2:1-3). Cuídense de sus falsas enseñanzas porque por más popular, apetecible o agradable que sea, contradice la verdad de Dios.

Pedro fue un modelo de valentía, no sólo para estar dispuesto a morir por la verdad de Dios; pero también para estar dispuesto a defender hasta el final la inmutable verdad de Dios (Mateo 24:35).

Dios nos habla hoy a través de Su Palabra

 Pero ante todo sabed esto, que ninguna profecía de la Escritura es asunto de interpretación personal, pues ninguna profecía fue dada jamás por un acto de voluntad humana, sino que hombres inspirados por el Espíritu Santo hablaron de parte de Dios. – 2 Pedro 1:20-21 LBLA, énfasis añadido.

Pedro continúa hablando en su carta y dice que: “ninguna profecía de la Escritura es asunto de interpretación personal. Esta frase ha traído mucha confusión porque él no está hablando de maneras correctas para interpretar las Escrituras sino que su punto es que ninguna porción de las Escrituras es el resultado del “desglose” o inspiración humana. Precisamente, eso hacían los falsos maestros, ellos desglosaban sus propias ideas, por eso Pedro está diciendo: “hombres inspirados por el Espíritu Santo hablaron de parte de Dios”. No fue el resultado de horas de meditación, sabiduría o esfuerzo humano. Fue el Espíritu Santo quien llevó a estos autores a escribir. De manera, que la Biblia es la Palabra de Dios escrita por hombres. El teólogo Peter Adam dice que cuando Dios inspiró a los autores, Él tenía dos auditorios en mente, la generación que estaba presente y las futuras generaciones.

“La inspiración preserva la palabra de Dios para que Dios continúe hablando hoy a través de ella”. – Sugel Michelén

Por consiguiente, cuando Pedro dice que su carta estaba dirigida a los cristianos “que han recibido una fe como la nuestra, mediante la justicia de nuestro Dios y Salvador, Jesucristo” (2 Pedro 1:1 LBLA), él no solamente le estaba hablando a los cristianos de Asia Menor (actual Turquía); Dios también nos está hablando a nosotros. Esa carta es tan vital para nosotros como lo fue para ellos en su momento.

El pastor Sugel Michelén dice al respecto: “La inspiración hace posible que las palabras vivas de Dios sigan hablando y obrando a través de las épocas, más allá del marco histórico en que fueron pronunciadas originalmente. La inspiración preserva la palabra de Dios para que Dios continúe hablando hoy a través de ella”.

Que Dios haya hablado a través de hombres que fueron inspirados por Él no es una pobre evidencia de que la Biblia es Su palabra. Por el contrario, es una prueba contundente de que aunque la inspiración de las Escrituras no anuló el estilo literario de los autores, ese estilo no altera en nada la perfección de las Escrituras. Y supone que la Biblia no es un libro supersticioso porque no nos cayó milagrosamente del cielo sino que tenemos en nuestras manos, la revelación de Dios escrita por hombres; pero inspirada por Él.

Cuando la Biblia habla, Dios habla

Lamentablemente, muchos pastores e iglesias han hecho un pobre trabajo en dejar claro que la palabra de Dios es más importante que cualquier palabra que los hombres puedan dar. El tema central de toda la segunda carta de Pedro es que la Palabra de Dios es más importante que cualquier otra enseñanza o profecía de estos “animales irracionales” que buscaban confundirlos, los falsos maestros (2 Pedro 2:12); y esto sigue siendo relevante en nuestro tiempo hoy.

“Aunque muchos cristianos afirman la inerrancia de las Escrituras, muchos aparentemente han abandonado la suficiencia de las Escrituras para salvar y santificar”. – Steven Lawson

Steven Lawson dice que: “aunque muchos cristianos afirman la inerrancia de las Escrituras, muchos aparentemente han abandonado la suficiencia de las Escrituras para salvar y santificar.” Muchos han sustituido la verdad de las Escrituras por novelas, y fábulas que en nada aprovechan. Es por eso que muchos jóvenes y adultos se sienten decepcionados y frustrados en la fe. Estos afamados “maestros” hablan de experiencias místicas donde Dios trae nuevas revelaciones y nuevas visiones. Estamos viviendo en la era de las nuevas profecías y si pudiéramos reunir todo lo que se dice fuera de la Biblia, pudiéramos crear otro libro. Este nuevo “mover” de revelaciones de dios ha querido tergiversar la verdad de las Escrituras.

Por eso, muchos creyentes bien intencionados están buscando la Palabra de Dios en “manantiales sin agua” (2 Pedro 2:17); y por más que buscan, no se sacian porque están buscando agua en “cisternas agrietadas que no retienen el agua” (Jeremías 2:13).

Si estás leyendo esto, y has vivido lo que yo viví, quiero decirte que no tienes que seguir cavando cisternas vacías, hoy mismo puedes encontrar la fuente de aguas vivas (Jeremías 2:13); y es la Palabra de Dios. Esa Biblia que tienes llena de polvo en casa, es la Palabra activa de Dios y es más importante que la palabra que cualquier hombre pueda dar.

La Palabra es viva y eficaz (Hebreos 4:12), es aguda como fuego que quema nuestro interior, como un martillo que destruye nuestros duros corazones (Jeremías 23:29), es como leche pura que alimenta nuestro espíritu y nos hace desechar nuestras obras carnales (1 Pedro 2:1-2), es la fuente misma de la sabiduría que lleva a la salvación (2 Timoteo 3:15), es la base para el discernimiento (Salmos 119:99), es misericordia y verdad para los que la buscan y la siguen (Salmos 25:10), es la clave para restaurar el alma, y alcanzar la sabiduría (Salmos 19:7), la Palabra es la luz que alumbra nuestros corazones en nuestro diario caminar (2 Pedro 1:19, Salmos 119:105), es la clave para desvincularse de las malas amistades, glorificar a Dios y disfrutar de Él por siempre (Salmos 1:1-2).

En el antiguo testamento Dios nunca hablaba a Su pueblo directamente a cada persona dando una nueva revelación a cada uno. Nunca lo hizo y no lo hará. Por el contrario, antes Él usaba a los profetas para transmitir Su mensaje al pueblo. ¿De donde hemos inventado que Dios anda hablando como si Su palabra no tuviera poder? Hoy podemos escuchar Su voz audible y directa; pero Él decidió hacerlo a través de Su Palabra escrita.

“Si quieres escuchar audiblemente la voz de Dios, lee la Biblia en voz alta”. – John Piper

Mi oración es que la próxima vez que te sientas como yo, no busques a nadie para darte la nueva revelación, o para que te digan el futuro de tu vida (lo que es una forma sofisticada de brujería); por el contrario, busca tu Biblia y léela porque Dios te está hablando a través de ella.

Finalmente, quiero darte el consejo del pastor John Piper que cambió completamente mi cosmovisión de las Escrituras: “Si quieres escuchar audiblemente la voz de Dios, lee la Biblia en voz alta”. – John Piper

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Jonathan Almonte

Doulos de Jesucristo. Vive en Santo Domingo, República Dominicana Esposo de Karileydy Terrazas, y padre de J. D. Miembro de la IBI en Santo Domingo Co-fundador Doulos LSA ®. Colabora en nuestro blog como moderador y autor de contenidos. Puedes seguirlo en Twitter | Facebook.
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