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Sólo Dios puede justificar al hombre

Todavía recuerdo las discusiones que tenía con mi madre cuando hacía algo mal. Un ejemplo era olvidarme de lavar los platos. Cuando ella regresaba a casa y veía que aún no había cumplido con mi responsabilidad me reclamaba. Y por supuesto, yo siempre tenía una razón justificable para defenderme, siempre había una razón lógica, para mí, que pudiera justificarme de mi falta o error. Finalmente, en una de las discusiones con mi madre; al fin, entendí que ya no podía justificarme a mí mismo. Realmente era culpable y merecía un castigo por mi error.

Significado de Justificación

 Has pensado alguna vez en lo que significa la palabra “Justificación”. Veamos lo que dice el diccionario: “La acción de justificar que convierte o transforma lo que era injusto o no conforme a las normas, en justo o verdadero, conforme a un criterio de justicia, de normas o de verdad.”

Personalmente disfruto mucho esta definición porque es muy asertiva en su concepto. La “justificación” es una acción, se lleva a cabo, y tiene el poder de declarar algo que es injusto, en algo justo. Lo que me lleva al siguiente pensamiento:

Si necesito ser justificado significa que he sido declarado injusto antes. Y por consiguiente, no tengo esperanza alguna, merezco un castigo por mi injusticia; y como resultado, necesito ser justificado o de lo contrario merezco pagar por mi pecado. 

Todos somos Pecadores; y como resultado, merecemos morir. No nos podemos Justificar.

Esta es la verdad arrolladora del evangelio, todos hemos pecado (Romanos 3:23), todos merecemos la muerte (Romanos 6:23). Todos necesitamos ser justificados.

Me molesta la manera mundana en la que muchas personas son engañadas por conceptos y teorías sobre éxito. Actualmente, estos famosos “Motivadores de Vida” y “Maestros de la prosperidad” le dicen a las personas que ellos son campeones. Algunas de las frases que escucho son: 

“Tú eres un vencedor. Naciste con un destino marcado por el éxito. Tú fuiste el espermatozoide que llegó en una carrera contra otros 250 millones. Eres un campeón, naciste como un vencedor, vamos, tu puedes.”

¡Mentira, mentira, es una burda mentira! Esto contrasta con la verdad bíblica porque no nacemos como campeones, nacemos como pecadores (Salmos 51:5). No nacemos como vencedores, nacemos como perdedores por nuestra naturaleza caída (Efesios 2:3).

Las personas no nacen inocentes, no tenemos un estado de neutralidad moral sin predilección hacia el bien o el mal. No es la sociedad la que corrompe la supuesta inocencia nativa, como dice RC Sproul, que la cultura propone. No nos corrompemos por estar expuestos a una conducta pecaminosa a nuestro alrededor, simplemente no tenemos inocencia normal y neutral; no es la influencia de la sociedad la que nos corrompe. Nacemos corrompidos y pecamos porque somos pecadores. Esa es la cruda realidad de nuestra caída.

Por eso, la verdad del evangelio es tan hostil para los pecadores:

Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 6:23 LBLA) 

Meditemos en algunas preguntas:

  • ¿Has robado?
  • ¿Has hablado mentira?
  • ¿Has deseado en tu corazón a alguna mujer?
  • ¿Has codiciado en tu corazón algo?

Por consiguiente, el que roba es un ladrón, el que miente es un mentiroso, el que desea a una mujer en su corazón es un lujurioso y el que codicia algo que no le pertenece es un codicioso. Así que tenemos a un ladrón, que es mentiroso, codicioso y lujurioso.

  • ¿Deben las autoridades castigar al que miente, roba, codicia y es lujurioso?

Imagino que la respuesta natural a estas preguntas sería: “SI”. Tenemos un deseo innato de justicia, nos molesta que las autoridades dejen salir a los culpables sin pagar las consecuencias por sus actos. Queremos justicia, deseamos justicia, exigimos justicia. Sigo el blog de un pastor y amigo, JD Greear. Y me impactaron sus palabras en uno de sus posts porque él dijo:

“Anhelamos tanto que el mundo abrace la rectitud (que implica todo lo que significa justicia), pero nuestras propias palabras y acciones constantemente traicionan la imagen de Dios sobre la rectitud. Queremos que Dios libere al mundo del mal, pero el mal del que queremos que Él nos libere también está dentro de nosotros. Hay mucha gente orando por un mundo mejor, por la paz; Sin embargo, no han orado para que Dios tome posesión de sus propias vidas porque no entienden que son parte del mal en este mundo.”

Por eso el profeta Malaquías declara: “Porque he aquí, viene el día, ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen el mal serán como paja; y el día que va a venir les prenderá fuego —dice el Señor de los ejércitos— que no les dejará ni raíz ni rama. Mas para vosotros que teméis mi nombre, se levantará el sol de justicia con la salud en sus alas; y saldréis y saltareis como terneros del establo.” (Malaquías 4:1-2 LBLA)

En síntesis, queremos que Dios destruya todo el mal en el mundo, pero si Él hace eso, entonces tendrá que destruirnos también porque el mal está dentro de nosotros.

Tomando en cuenta lo dicho anteriormente, Dios, quien es un juez justo, debe castigarnos por toda nuestra maldad. Dios no tendrá por inocente al culpable. Él, eventualmente, castigará al culpable.

“El Señor es lento para la ira y abundante en misericordia, y perdona la iniquidad y la transgresión; mas de ninguna manera tendrá por inocente al culpable..” (Números 14:18 LBLA)

Nadie puede cumplir la ley de Dios

Dios estableció sus leyes morales, y para cumplirlas, debemos seguirlas todas, sin fallar en ninguna. Por tan sólo fallar en una de sus leyes nos convertimos en transgresores. “Aléjate de acusación falsa, y no mates al inocente ni al justo, porque yo no absolveré al culpable.”  (Éxodo 23:7 LBLA)

Y para demostrar mi punto, quiero presentar tres argumentos, solo tres:

  1. Una mirada lujuriosa viola el mismo principio moral que un acto de adulterio.

“Han oído el mandamiento que dice: “No cometas adulterio”. 28 Pero yo digo que el que mira con pasión sexual a una mujer ya ha cometido adulterio con ella en el corazón.” (Mateo 5:27-28 NTV)

  1. Enojarse sin causa, insultar a alguien o odiar a otra persona es violar el mismo mandamiento que nos prohíbe quitarle la vida a alguien.

“Han oído que a nuestros antepasados se les dijo: “No asesines. Si cometes asesinato quedarás sujeto a juicio”. 22 Pero yo digo: aún si te enojas con alguien, ¡quedarás sujeto a juicio! Si llamas a alguien idiota, corres peligro de que te lleven ante el tribunal; y si maldices a alguien, corres peligro de caer en los fuegos del infierno.” (Mateo 5:21-22 NTV)

  1. Para empeorar las cosas, Santiago 2:10-11 dice:

“Pues el que obedece todas las leyes de Dios menos una es tan culpable como el que las desobedece todas, porque el mismo Dios que dijo: «No cometas adulterio», también dijo: «No cometas asesinato». Así que, si ustedes matan a alguien pero no cometen adulterio, de todos modos han violado la ley.”

No hay vacíos legales o cláusulas de escape en la ley. Sólo puede condenar a los que la quebrantan.

¿Quién entonces puede cumplir la ley de Dios? Nadie.

¿Entonces qué? ¿Somos nosotros mejores que ellos? De ninguna manera; porque ya hemos denunciado que tanto judíos como griegos están todos bajo pecado; como está escrito: No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios; todos se han desviado, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. (Romanos 3:9-12, LBLA)

Dios proveyó un sustituto en nuestro lugar para justificarnos

Y habiendo dicho todo lo demás, me imagino que te sientes abrumado con toda esta verdad del evangelio. Si, losé. Yo también me siento así. También me sentí sin esperanza. También entendí que no puedo hacer nada para justificarme, no hay obras que me puedan volver justo frente al gran juez; pero Cristo, Él si puede hacernos justos delante de Dios.

Dios ofreció una expiación (eliminó la culpa) completa y perfecta por el pecado en la persona de su hijo. Pues Dios hizo que Cristo, “Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en El.” (2 Corintios 5:21, LBLA)

Dios ha proporcionado bondadosamente una expiación (eliminó la culpa) mediante la muerte de Cristo, El es a la vez “el justo” y el que justifica al que cree en Jesús. Por eso ahora somos “justificados gratuitamente por su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús.” (Romanos 3:24,LBLA)

Vieron la justificación de Dios en acción. Nosotros, que merecíamos la muerte por nuestros pecados, fuimos perdonados, se nos dio la oportunidad por medio de Cristo para ser justos. Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. (1 Juan 1:9).

Me parece que al final de este artículo, ya estás entendiendo porque el evangelio son buenas noticias; buenas noticias para los que creen en Su nombre porque tenemos esperanza. No podemos justificarnos, merecemos morir pero Dios, por Su misericordia puede justificar al hombre y esas son buenas noticias.

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Jonathan Almonte

Doulos de Jesucristo. Vive en Santo Domingo, República Dominicana Esposo de Karileydy Terrazas, y padre de J. D. Miembro de la IBI en Santo Domingo Co-fundador Doulos LSA ®. Colabora en nuestro blog como moderador y autor de contenidos. Puedes seguirlo en Twitter | Facebook.
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