Mi destino está en tus manos

¡Y entonces pasa!…

¿Por qué?,

¿Qué pasó?,

¿Y entonces?,

¿Dios dónde estabas?,

¿Se escapó esto de tus manos?

Son las preguntas de cualquier cristiano después de ver pasar una tragedia en su vida.

Si al menos un elemento en todo el día hubiese sido distinto, si la alarma no suena, o quizás, si esa goma no se hubiese averiado, si al menos un solo elemento de la famosa teoría del caos hubiese sido diferente, toda la cadena de elementos y sucesos de ese día hubiese sido diferente, cada elemento se hubiese ido modificando de forma que al llegar el segundo antes de aquella tragedia, todo hubiese sido diferente.

¿Qué pasó?, ¿Dios dónde estabas?, ¿No que tú controlas todas las cosas?

Cada segundo, millones de decisiones son tomadas, millones de acciones pasan, millones de pasos son dados; cada una de esas cosas están conectadas justo con la siguiente y la anterior de forma que nuestro presente no es más que el resultado de un conjunto de decisiones, acciones, pasos y un sin número de cosas que ocurrieron en los segundos, minutos, horas, días, que le precedieron a este preciso momento.

En tus manos están mis tiempos. (Salmos 31:15a), David estaba pasando por un momento de gran tristeza y tribulación, sus enemigos lo perseguían, le tendían trampas, pero en medio de todo eso, el hace varias declaraciones importantes: Tu eres mi Dios… En tus manos están mis tiempos. En medio de todo lo que le ha pasado él dice: mi confianza esta en Ti, eres mi Dios, eres mi Señor, mi vida, mi futuro, mi pasado, mi destino, TODO está en tu mano.

Esta es una declaración importante que todo creyente debe tener en cuenta. Nuestras vidas, nuestros tiempos, nuestro destino está en manos del Señor. Cada segundo, cada acción, cada cosa que pasa alrededor de nuestras vidas están controladas por él, nada se escapa de sus manos. El autor de Eclesiastés lo dice de esta forma: Ciertamente me he dado de corazón a todas estas cosas, para poder declarar que los justos y los sabios, y sus obras, están en la mano de Dios. Eclesiastés 9:1a.

La vida del creyente no es fruto del azar, debemos tener la confianza de que Dios ha diseñado un plan para nuestras vidas, ese plan incluye buenas obras en las que debemos andar (Efesios 2:10), pero también incluye momentos de aflicción que hemos de pasar en este mundo (Juan 16:33), la diferencia está en que nuestras vidas no dependen meramente de un conjunto de acciones y decisiones que se han ido tomando a cada segundo, producto hasta cierto punto del azar; sino, más bien dependen de la voluntad de Dios, la cual es buena, agradable y perfecta, sabiendo también que para aquellos que aman a Dios y que han sido llamados conforme a su propósito, Todas las cosas le ayudan a bien. Romanos 8:28.

Spurgeon, predicando sobre el Salmo 31 dice:
La gran verdad es esta: todo lo que concierne al creyente está en las manos del Dios Todopoderoso. “Mis tiempos”, estos cambian y mutan; pero sólo cambian de acuerdo con el amor inmutable, y se mudan sólo de acuerdo al propósito de Uno en el que no hay mudanza, ni sombra de variación. “Mis tiempos”, es decir, mis altibajos, mi salud y mi enfermedad, mi pobreza y mi riqueza; todas estas cosas están en la mano del Señor, que arregla y asigna, de conformidad a Su santa voluntad, la prolongación de mis días, y la oscuridad de mis noches… No solamente estamos nosotros mismos en la mano del Señor, sino todo lo que nos rodea. Nuestros tiempos forman un tipo de atmósfera de la existencia; y todo esto está bajo un orden divino. Moramos en el hueco de la palma de la mano de Dios. Estamos absolutamente a Su disposición, y todas nuestras circunstancias son ordenadas por Él en todos sus detalles. Nos consuela que así sea… Que nuestros tiempos estén en la mano de Dios ha de significar, no solamente que están a la disposición de Dios, sino que están ordenados por la más eminente sabiduría. La mano de Dios nunca yerra; y si nuestros tiempos están en Su mano, esos tiempos están ordenados rectamente.

A pesar del sufrimiento, a pesar de las tragedias, el Señor no deja de estar en control.

Dios es infalible, no falla, nuestra esperanza y nuestro mayor consuelo es que nuestras vidas están en su mano, a pesar del dolor, a pesar del sufrimiento, a pesar de las tragedias, el Señor no deja de estar en control. Aun nosotros fallemos (que lo hicimos, lo hacemos y lo seguiremos haciendo) Él no cambia y será fiel a su promesa, será fiel a su Palabra y nos sostendrá en el hueco de la palma de su mano, ¡Amen, Gloria a Dios por eso!.

Juan Carlos Castillo

Juan Carlos Castillo

Doulos de Cristo. Vive en Santo Domingo, D. N. Miembro de la Comunidad Cristiana Int. (Ministerios CCI). Colabora en nuestro blog como autor invitado. Puedes seguirlo en Facebook.

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